La tradición más importante del pueblo mazahua es la
veneración de los muertos. A la hora de realizar un entierro se siguen pautas
propias de tiempos muy antiguos. Cada familia posee su propio espacio en la que
cada integrante ocupará un determinado lugar. En el centro se ubican los
esposos, alrededor de estos sus hijos y los nietos en torno a estos últimos. De
esta forma, se respetan las sucesiones generacionales.
El Día de Muertos es para la cultura mazahua muy
importante y la visita a sus familiares fallecidos es una actividad
indispensable e ineludible. De esta forma, evitan el enojo de los difuntos y
evitan ser castigados por estos además de la propia comunidad que ve con muy
malos ojos el olvido de sus ancestros.
Entre los difuntos y entre los vivos, los abuelos son las
personas más respetadas y veneradas de toda familia. Son quienes aconsejan y
representan el símbolo de mayor autoridad dentro de cada clan y ello se pude
apreciar incluso cuando parten de este mundo. Sus tumbas son adornadas con más
esmero que el del resto y se les coloca cruces y flores de mejor calidad. Entre
las flores, se destacan las gladiolas moradas. Tanto el abuelo como la abuela
tienen la misma jerarquía. Otro elemento muy característico que se ve en los
cementerios son rosarios confeccionados con diversas flores. La cantidad que
cada tumba posee de ellos denota la importancia del difunto dentro del orden
jerárquico de la familia. Para los mazahuas, estos ornamentos significan que
los muertos aún son bienvenidos. Una vez depositados los arreglos, cada familia
conversa entre sí para que los muertos se enteren de los nuevos sucesos.
Los mazahuas creen que el bien (Dios) y el mal (el
demonio) viven dentro de los panteones pero llegado el Día de los Muertos, el
mal sale del mismo para provocar desastres. Para evitar que actúe sobre las
personas muertas cada familia deposita sobre las tumbas de sus seres queridos
imágenes o pequeñas esculturas para que el mal no se acerque a ellos.
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