Los artesanos mazahuas que viven en los pueblos vecinos al municipio de San Felipe del Progreso, se dedican a la elaboración de cobijas, fajas, tapetes, morrales, manteles, quexquémitl, chalecos y gabanes de lana.
Otros tantos fabrican bolsos cuya materia prima son
plásticos reciclables de frituras.
Dichos productos constituyen gran parte de la
economía de los artesanos, ya que del resultado de su venta obtienen ganancias
que utilizan para adquirir productos de primera necesidad.
Los artesanos no tienen un lugar fijo donde ofertar
sus productos, por lo cual salen de sus respectivos lugares de origen a vender,
la mayoría de ellos llega al municipio y como cualquier vendedor informal, se
desplazan de un lugar a otro para poder lograr vender sus artesanías.
Aunque en algunos de los casos, la producción que
generen los artesanos está destinada a manos de intermediarios que se dedican a
comprar sus artículos para posteriormente venderlos en las grandes ciudades a
precios exageradamente altos.
Con el paso del tiempo los bordados tradicionales
como por ejemplo: venados, caballos, flores, y la estrella mazahua han sido
desplazados por los gustos y preferencias del consumidor, encontrando
actualmente mayor presencia de diseños referentes a caricaturas y logos de fútbol.
Aunque
las artesanías han formado parte de la identidad de los mazahuas, las nuevas
generaciones pretenden olvidarse de ellas, ya que se niegan a continuar con la
tradición ancestral.
Una de las preservaciones culturales más importantes y
evidentes es el vestido de la mujer mazahua. Este se compone de una falda
blanca que posee atractivos y llamativos bordados con motivos florales y
zoomórficos. Sobre esta, se coloca otro hecha de satín y que se destaca por
tener colores muy fuertes como el amarillo, el verde, el azul o el rosa.
También lleva una faja de lana que le de varias vueltas a la cintura. La blusa
es del mismo color que la falda y en el cuello lucen collares vistosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario